El cartógrafo del cuerpo

Un ensayo sobre la importancia de los aportes de Bento de Spinoza

Stones fotografía de Grethel Paiz

El viento es un fenómeno natural que presiona los objetos que están frente a su paso y crujen cuando aumenta la potencia de su movimiento. Sus ráfagas de aire provocan sonidos únicos, prolongados y su fuerza puede estremecer a cualquier cuerpo. Un ciclón tropical produce un viento que se lo lleva todo, no conoce de moral y desgarra la conmoción humanista. Y a pesar que ahora es más fácil medir el paso de un huracán, reportarlo en las redes sociales y que la población prevenga pérdidas, la vorágine es un hecho que no se puede frenar. La naturaleza tiene su cuerpo y el ser humano es un atributo más de esa corporalidad dinámica.

En estos tiempos, resulta más fácil apretar el gatillo de la indiferencia que aprender sobre las sacudidas ambientales y las contradicciones tiránicas. Hay que desraizar la vanidad antropocéntrica que promueven los salvadores del planeta tierra, esos charlatanes de un buen vivir, exclusivo, que solo produce bienestar trivial; es conveniente direccionar la mirada a la naturaleza, a su propia estructura y tempestad, y evitar los prejuicios de vivir con los demás seres vivos como utilidades que sirven para algo.

Tal es el error de recluir a la naturaleza como mero objeto de conocimiento que la misma vanidad antropocéntrica tiene la creencia de poder controlar cualquier tipo de evento. La humanidad se sigue viendo desde un centro privilegiado y su obstinación afecta con mayor rapidez a los demás organismos.

El aprendizaje del cuerpo vivo, a veces imperceptible y otras veces manifiesto como tifón, queda rezagado por el atractivo de vivir sin problemas, igual que un cuerpo programado a consumir lo que otros cuerpos, publicitarios, aseguran como felicidad. En este distanciamiento de contemplar al ser humano como medida de todas las cosas ¿Cómo trazar el movimiento corporal de la naturaleza? Alguien, una vez, se atrevió a denunciar que nadie ha sido capaz de decir lo que puede un cuerpo. Quizás porque no han sido aptos para comprender la potencialidad de lo que puede la naturaleza.

En el siglo XVII vivió un filósofo que se preocupó por las consecuencias que generaba la concepción antropomórfica de Dios, estudió cómo la teología construye un tipo de política y por qué atentar con la libertad de expresión amenaza la paz del Estado. Y que un Estado creado bajo las leyes y los principios morales de una institución religiosa, legitima poder teocrático para que un gobernante tenga la postestad de actuar rex Deí gratia (por la gracia de Dios). Este tipo de Estado teocrático no le convenció a Bento de Spinoza (1632-1677), porque humanizaba a Dios, convertía al gobernante en tirano y centralizaba las demás expresiones de la naturaleza para el bien común e intelectual de una única especie. Su crimen fue escribir en la penumbra un mapa abierto hacia una gobernanza plural, donde el ser humano evitara caer en sistemas autoritarios porque sabía que la vanidad de la naturaleza humana es capaz de destruir sociedades y demás especies.

Durante su vida soportó el rechazo familiar, territorial, religioso, político y filosófico; aún siglos después de su muerte la lectura de su obra fue prohibida y parcializada. Acusado de: ateo, monista, determinista, panteísta y materialista. Despersonalizó el concepto de Dios para ampliar la riqueza de una Naturaleza absolutamente infinita, articulada entre todas las cosas. Y plantear que la actividad intelectiva y corporal del ser humano sólo son dos de las articulaciones infinitas de la compleja coporalidad del cosmos.

Bento, como el invisible flujo de aire que provoca o vento (viento en gallego-portugués), causó un revuelo intelectual en silencio. En Amsterdam, ciudad donde nació, empezó su primera ventisca con la comunidad judía. Sus ideas le costaron la excomulgación, maldecido por su familia y comunidad, fue sentenciado a un doble repudio: migrante judío excomulgado.

Un raro, de antepasados judíos sefardí hispano-portugués, criado en un territorio de lengua neerlandesa, calvinista y de tolerancia religiosa, hablaba castellano y portugués, estudió hebreo y latín; entendió y aplicó la revolución de las matemáticas. O vento de su  existencia fue crecer en un vendaval cultural.

Con las matemáticas explicó la vida desde una sana razón, hilando geométricamente la costura de Dios, es decir la Naturaleza. Se alejó de la imposición moral del ser humano sobre las demás cosas, para él: la naturaleza no está confinada a las leyes de la razón humana, que tan solo miran a la verdadera utilidad del hombre y a su conservación, sino que implica infinitas otras, que abarcan el orden eterno de toda la naturaleza, de la que el hombre es una partícula...1 Existe la huera visión de pensar a la naturaleza de las cosas como objeto de la humanidad, en Spinoza las leyes de la naturaleza implican un orden infinito de expresiones; donde el ser humano, junto a su imaginación y política, es una fracción finita de la infinidad en la que se mueven y reposan los demás cuerpos de la sustancia única, la Naturaleza divina y de las cosas. 

Su arte de la deducción concibe al cuerpo como el campo donde se codeterminan las cosas, donde un cuerpo al chocar con otro cuerpo es afectado, rebota, se sigue moviendo o reposa, va rápido o lento, comunicando entre unos a otros sus movimientos en cierta proporción; diremos que dichos cuerpos están unidos entre sí y que todos a la vez forman un solo cuerpo o individuos, que se distinguen de los demás por esta unión de cuerpos;2 puntos y líneas en movimiento, como partículas que se repelan y atraen entre sí; o la actividad de organismos complejos que viven y trabajan colaborativamente para sostener su entorno.

¿Para qué sirve estudiar la cartografía conceptual de un filósofo que vivió hace cuatro siglos? Para construir una política que democratice al cuerpo vivo frente a la sistematización del cuerpo clínico, canalizado, fragmentado, enfermizo; para defender el derecho natural que potencia la vida en general y sus diferentes maneras de expresarse, por encima del bien y del mal, esa moral lapidaria de vigilancia insana.

El cuerpo de la Naturaleza o Dios de Spinoza es el campo de inmanencia3, la nervadura de lo real que sugiere la filósofa brasileña Marilena Chaui, la nervadura que sustenta todas las cosas y hace que se comuniquen, articulándose las unas con las otras. La distribución de los nervios que compone el tejido del cuerpo, eso es la nervadura, haces vasculares que irrigan todas las cosas,4 como un plano geométrico donde los cuerpos chocan y se afectan; el cartógrafo de tristes ojos y de piel cetrina5 trazó la Naturaleza para pensar cómo se comunican las cosas finitas en el infinito, ese mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.6

Cuando uno lee a Spinoza es sacudido por su postura radical, metafísica y política. Sus libros muestran un compromiso por develar las esquirlas subversivas de la vida. Otra forma de explicar el universo como un cuerpo abierto, duradero, y no como mero objeto de instrumentalización antropocéntrica. Y a sugerir la formación de sociedades que caloboren con su entorno. Estas interpretaciones nacen de las torceduras y pliegues entre la Naturaleza y las pasiones humanas que forman la estructura dinámica de su ética.

Deus sive natura, Dios es decir la Naturaleza, fue la fórmula que desmanteló al Dios omnipresente y personificado, a cambio de un dios mineral, inespecífico y ondulado. Esa sustancia absolutamente infinita que causa vértigo al poeta que la contempla y al matemático que la formula. 

Qué bien caería una actitud como la de Bento, que entendía sobre migración y marranismo7, en tiempos donde los desplazamientos forzados aún despojan libertades y credos; construyendo villas de expulsados y maldecidos que desdoblan su identidad cultural, pero que potencian su actitud de la vida a cambio de un hogar. Su filosofía tiene sentido cuando aún la gobernanza de un Estado y los medios de comunicación imponen su teocracia como agenda única y veraz. El cartógrafo del cuerpo da en qué pensar porque su despersonalización de la Naturaleza y Dios, invita a una lectura en clave ecológica donde la vida como bios no es pasiva ni mecánica, sino que está conectada entre todas las cosas, autorrealizándose. De una Naturaleza que tiene un poder que no domina ni aterroriza, sino que garantiza la libertad de cualquier individuo gracias al funcionamiento de la comunicación colectiva.8

Bento demostró con proposiciones, definiciones, axiomas, corolarios y lemas la pluralidad del universo. Científicamente fracasó, pero metafísicamente aportó una ética sobre la potencialidad absoluta de la vida.

Ese bios que actúa entre los afectos de diferentes individuos materiales y organismos; en el ser humano, personaje inevitable para plantear esta trama, se compone de dos atributos. Cuerpo y alma, atributos entre infinitos atributos de la Naturaleza, que mantienen la unión intrínseca y necesaria de la realidad humana; donde alma y cuerpo es una y la misma cosa (…) y que por tanto el orden de las acciones y las pasiones de nuestro cuerpo es simultáneo en naturaleza con el orden de las acciones y las pasiones del alma.9 Esta unidad del cuerpo y el alma es un rechazo al dualismo y a la supremacía del entendimiento cartesiano contra los sentidos, las emociones y la corporalidad del sujeto; Para Bento, las acciones y pasiones del cuerpo están unidas a las acciones y pasiones del alma; y en particular cada pensamiento o acción humana pasa por su cuerpo, expresando emociones y afectos tan fuertes como la razón; donde el deseo es descrito como la tendencia propia del cuerpo y alma humana para discurrir su vida hacia diversas direcciones, porque metafísicamente somos seres afectivos por naturaleza.10

En la filosofía política actual, la propuesta spinozista es discutida. Filósofos como Toni Negri y Michael Hardt publicaron en 2004 un libro titulado Multitud. Guerra y democracia en la era del imperio. Ellos retoman de Spinoza el concepto de multitudo para revitalizar a la sociedad como Estado desde una propuesta biopolítica. Analizan el papel de la multitud como un mismo cuerpo compuesto de individuos, construido como organización social que se revela contra una política que siempre arranca de la teología y la soberanía absolutista. Una multitud que está en comunicación con su organismo y medio ambiente.

Las multitudes contemporáneas salen a las calles para retorcer el discurso que impide su organización; es importante diferenciar entre las multitudes emancipatorias, linchadoras, racistas o programadas. Muchas veces se camuflan entre ellas. Las acciones de las mutltitudes tienen varias causas y son expresadas en diferentes territorios o plataformas. Las emancipatorias convergen en la necesidad de cambiar el mandato lapidario de la política actual que prefiere masas que discriminen y no enjambres activos que se desplacen en un sistema operativo libre; multitudes donde su software se revela para todos como código abierto que cambia y redistribuye sus programas de manera colaborativa. Y donde el derecho a la desobediencia y a la diferencia sean fundamentales como ejercicios de libertad política.11

La obra de Bento puede estudiarse para la aplicación de nuevas propuestas ontológicas en las que el mundo no está hecho a la medida del ser humano o desde la política de una potencia colectiva que crece y disminuye, en ese arte de combinar encuentros que incrementan con la incrementación de los otros; y contra un gobierno tirano que no incrementa la potencia de la vida, sino que la domina. El spinozista Diego Tatián postula esa necesidad de crear una lógica de los encuentros y una filosofía de la comunidad.12

El príncipe de los filósofos escribió para no olvidar que la sustancia de la vida está en la Naturaleza, en el valor de los diversos cuerpos que afectan a otros para expandir y apoyar sus diferencias.

Filósofo extemporáneo cuyo nombre refleja o vento, ese flujo de aire que aumenta y disminuye como principio infinito y determinado, principio que también inspiró a un filósofo naturalista de la antigua ciudad de Mileto. Anaxímenes miró al aire como el elemento esencial para la vida del planeta tierra. Ambos encontraron cómo evitar darle todo el mérito a la realidad como trascendencia y todo el mérito a la realidad como inmanencia; tendieron a la oscilación del cosmos, estructural y dinámico.

Bento advirtió que su pensamiento es de cuidado porque tiene espinas; luchó contra la fama y esa ansiedad supersticiosa que manipula la actividad social, a través del miedo. Una mirada actual de Spinoza está en cómo democratizar al cuerpo vivo para trazar varios puntos que los dogmas mediáticos y mercadotécnicos han olvidado, a cambio de la regulación perpetua de la vida.

La obra filosófica de Bento manifiesta una política del colectivo que respeta la naturaleza de los seres vivos; impulsa actitudes y prácticas comunitarias, radicales, visibles para el Estado; incrementa el aliento de la naturaleza, divina y de las cosas, como fuerza salvaje, activa y distante de cualquier moral personificada. Y mientras la organización política mundial sea inflexible y totalitaria, valdría la pena esbozar una corriente espinosa. Una cartografía colectiva, organizada, que tenga presente la potencia de lo que puede un cuerpo y la primacía de la libertad.

 

1     Spinoza, B. Capítulo XVI. Tratado teológico-político. Trad. Atilano Domínguez. Madrid: Alianza Editorial, 2019.

 

2     Spinoza, B. Parte II, Definición. Ética demostrada según el orden geométrico. Trad. Atilano Domínguez. Madrid: Trotta, 2009.

 

3     Sobre la lógica de la inmanencia Gilles Deleuze explica que: “Contra Descartes, Spinoza plantea la igualdad de todas las formas de ser, la univocidad de lo real que deriva de esta igualdad. Desde todos los puntos de vista, la filosofía de la inmanencia aparece como la teoría del Ente-uno, del Ente igual, del Ente-unívoco y común”. En Spinoza y el problema de la expresión, 1968, pp. 162-163.

 

4     Chaui, Marilena. La nervadura de lo real. México: FCE, 2020, p. 97.

 

5     Borges, J.L. Baruch Spinoza. La moneda de hierro. Obras completas. Tomo II. Buenos Aires: Emecé editores, 1989, p. 151.

 

6     Borges, J.L. Spinoza. El otro, El mismo, Obras completas. Tomo I. Buenos Aires: Emecé editores, 1974, p. 930.

 

7     Carl Gebhardt explica en su libro biográfico sobre Spinoza que sus ascendientes vivieron el proceso de conversión obligatoria del judaísmo al cristianismo en el Reino de Castilla y Portugal, esta conversión al cristianismo símbolizaba sobrevivencia ante una imposición dogmática. La familia de Spinoza vivió el cambio religioso forzado. Los familiares de Spinoza ...se hicieron católicos, junto con los judíos ya arraigados en Portugal y los recién venidos de España. A estos conversos por fuerza, los judíos los llamaban anusim y los católicos nuevos-cristianos o, injuriosamente, con un sinónimo de cerdo: marranos. Así nació el pueblo de Spinoza, propiamente dicho. Gebhardt, C. Spinoza. Buenos Aires, Losada, 2007, p. 32.

 

8     Revisar Spinoza and Ecology de Arne Naess, un ensayo de 1977, en el que postula cómo los principios de la Natureleza de Spinoza coinciden con la concepción de la ecología de Barry Commoner. Revisar en Spinoza: critical assessments /edited by Genevieve Lloyd. London and New York: Routledge, 2001, pp. 319-325.

 

9     Spinoza, B. Ética, III, Escolio, Proposición 2.

 

10   Chaui, M. Ibidem, p. 136.

 

11   Hardt, M. & Negri, A. Multitud. Guerra y democracia en la era del imperio. Barcelona: Random House Mondadori, 2004.

 

12   Revisar ‘Post-scriptum. Spinoza como símbolo’ de Diego Tatián en su libro Baruch. Adrogué: Ediciones La Cebra, 2015. También tiene una ponencia bien ilustrativa sobre la filosofía de Spinoza en “Rizoma. Facultad Libre Virtual”, 2016. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=wOjHYzRuNBU