Relatos cortos

Un par de relatos de Omar Elvir, exclusivos para Álastor

Abstraction fotografía de Víctor Ruiz

JUDEA

 

Mis compañeros me ven con estupor casi idéntico al del nazareno. En él es compresible. Las órdenes fueron terminantes y me dispongo a clavar su muñeca en el madero. Las mujeres gritan, el gentío también ¡hasta los otros soldados quieren detenerme! Tal vez el sol les afectó. Hablan una lengua que no conozco. Admito que no me siento del todo bien. La noche fue extraña. A diferencia de los demás, yo sí pude dormir, pero soñé que participaba en una obra de teatro representando la crucifixión de este prisionero, como si ya hubiera ocurrido. Se trataba de una tierra y una época distantes, yo era un niño y el rol de centurión era castigo a mi mal comportamiento. El trabajo era el mismo que realizo ahora. Me confunde ver a la muchedumbre gritar y la angustia de los guardias. Hay quienes se dirigen a mí con reprimendas o amenazas. Sujeto la muñeca del reo y procedo antes de que alguien logre impedirlo.

 

VENTANA

 

Tengo miedo. Hace rato que está en el suelo y no me contesta. No sé qué hacer. Cuando veníamos dijo que se sentía cansado. Todos los días pasamos por la oficina desayunando antes de que lleguen sus compañeros de trabajo. Después me lleva a clases. Mi mama quería pagar un bus que me recogiera en la casa y me llevara, pero él no quiso. Dice que ella le heredó lo porfiada y que aunque esté trabajando en otro país, yo lo tengo a él aquí. Estaba sirviéndome la leche cuando se cayó. No dijo nada, sólo se tocó el pecho, quiso agarrarse de una silla pero no pudo. Por más que lo sobo y lo llamo, no responde. Se está haciendo tarde. Quiero que me hable, que me diga algo. Nadie viene. Esta como dormido. No se despierta.