El mestizo como figura de identidad en el pacífico de Nicaragua presente en la poesía de Joaquín Pasos

Aproximaciones a la cuestión identitaria en una muestra de la obra de este poeta vanguardista nicaragüense.

Fotografía de Daniel Ulloa (ver galería completa).

1. El descubrimiento de América y el mestizaje


 

(…) tienes todos los rostros y ninguno,

eres todas las horas y ninguna (…)

Octavio Paz


 

En 1492, la Corona española se encontraba en pleno fortalecimiento debido a la reconquista de los territorios que estaban en manos de los árabes, y a la elaboración de la primera gramática española por Antonio de Nebrija; en ese mismo año, el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón logra consolidar a Castilla como la mayor potencia económica, militar y cultural europea. Dicho acontecimiento significó una era de gran desarrollo para España.

Durante el periodo de conquista que siguió a este descubrimiento, las alianzas entre caciques y conquistadores se estrecharon mediante matrimonios y dieron así inicio al mestizaje en América; esta dinámica, sin embargo, se mantuvo mayormente por el ultraje de hombres españoles sobre mujeres indígenas, según afirma Kinloch Tijerino (2005):

Con la Conquista, se inició el mestizaje biológico y cultural de los pueblos americanos. Al inicio, el matrimonio entre conquistadores e hijas de caciques poderosos formó parte de la dinámica de alianzas políticas, aprobada por la Corona. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el mestizaje fue resultado de la violación de mujeres indígenas por los españoles. (p. 65)

Como resultado de estos atropellos, los mestizos de la primera generación experimentaron el destierro por parte de españoles y aborígenes, a causa del orgullo de castas; en palabras de Chávez Alfaro (1995): “Los procedimientos hispánicos en torno a la limpieza de sangre respondidos por los residuos de orgullo racial indígena” (p. 106). Este desplazamiento indudablemente tuvo su repercusión en la cultura de los mestizos, la respuesta ante este rechazo es la aculturización hacia españoles e indígenas. La primera generación de mestizos ya manifestaba unas características particulares, según Martínez Peláez (1982) puesto que “(l)os mestizos tienen buen talle, aunque en algo se diferencian de los castellanos; son comúnmente noveleros, chismeros, mentirosos y glotones, aunque hay muchos virtuosos” (p. 121).

El mestizo tuvo que abrirse paso. Al transcurrir el tiempo, logró formar parte de determinada clase social, desde la cual tomaría un papel importante en la formación de lo que serían las nuevas repúblicas emergentes de América Latina; en algunos casos fueron aceptados por las familias de sus padres, provenientes de clases dominantes, y favorecidos por estos. A raíz de esta reinserción social, algunos lograron estudiar y convertirse en grandes pensadores e intelectuales que contribuyeron al rescate de la memoria y la cultura, elementos desde luego necesarios para la formación de la identidad. Aunque gran cantidad de ellos, al no tener tal suerte, se dedicaron a distintos trabajos y ocupaciones, formando parte indispensable de la actividad laboral durante y después de la época colonial.

Más adelante, durante el periodo independentista, las naciones americanas no solo buscaron la separación política de las autoridades coloniales, sino que procuraban promover un pensamiento independiente, una necesidad de manifestar el patriotismo. Un ejemplo de ello son las manifestaciones literarias de Andrés Bello, quien en postrimerías de la Independencia habría de publicar “El Repertorio Americano”, obra de la cual destaca la silva “La Agricultura de la Zona Tórrida”. Posteriormente más y más mestizos fueron formando parte de la historia de las naciones americanas, incluyendo a Centroamérica; próceres como Miguel Larreynaga, José Cecilio del Valle y José Matías Delgado, provenientes respectivamente de Nicaragua, Honduras y El Salvador, son ilustres ejemplos.

Nicaragua, al estar ubicada en el centro del istmo, funcionó como un punto de convergencia para los distintos desplazamientos de nativos provenientes del norte y del sur de México; a ello se debe que los antepasados autóctonos del país sean tan diversos, abarcando desde mayas, chorotegas, rama-chibchas, sumos y misquitos. En Nicaragua hay un rasgo sumado a los geográficos y étnicos que distingue al pacífico y parte de la zona central, por un lado, de la zona del caribe (las hoy regiones autónomas del Caribe Norte y Sur, RACN y RACS), por el otro: el componente lingüístico, que en las dos primeras proviene de la conquista española y en las dos últimas es producto de las relaciones –comerciales en su mayoría– con la Corona inglesa. Téngase en cuenta que en Nicaragua el español es la lengua oficial, pero en la zona del caribe es habitual el uso del inglés criollo y demás lenguas de origen indígena (reconocidas también como oficiales locales). Esta suerte de encuentro multicultural tuvo sus repercusiones negativas en la memoria indígena, ya que muchos de los manuscritos fueron destruidos por el clero español en su empresa de evangelizar a los nativos americanos; según afirma Sergio Ramírez (2002):

Las artes y las letras de Nicaragua, por lo tanto, no son ajenas a la condición esencial de este mestizaje múltiple, que se refleja en nuestra propia identidad cultural. La arquitectura, la pintura, la escultura, los textiles, la cerámica, las costumbres y usos culturales, el habla diaria, y la literatura oral y escrita, revelan la confluencia de todos esos aportes, que se presentan entreverados, y de su misma mezcla nace la hermosa riqueza de nuestra cultura.

Este bagaje señalado por Ramírez es el factor más importante que ha permitido a la cultura nicaragüense, y propiamente a su literatura, ser tan variada, desde los aportes de Rubén Darío, hasta el radical cambio de posturas que habría de adoptar la primera generación de vanguardistas liderados por Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), a quien se sumaron figuras tan importantes como Luis Alberto Cabrales (1901-1974) y José Coronel Urtecho (1906- 1994); luego habría de unirse quien posiblemente fuese el más fecundo y prometedor de ellos durante la primera mitad del siglo XX: Joaquín Pasos (1914-1947).

 

2. La Vanguardia literaria nicaragüense y la búsqueda de la identidad nacional

 

Durante las primeras dos décadas del siglo XX ocurrieron hechos que alteraron para siempre la consciencia humana: la primera gran guerra (1914-1918) y la revolución bolchevique (1917), que acabó con el zarismo ruso. Durante este periodo de grandes cambios aparecen los primeros movimientos vanguardistas en Europa; aunque variados en sus fundamentos y estilos, todos tienen en común la ruptura con el pasado. Estas corrientes también se extendieron en América Latina cuando surgen escritores como César Vallejo, Vicente Huidobro y Pablo Neruda, entre otros, que son considerados grandes exponentes de la vanguardia hispanoamericana.

A pesar de estar en la periferia, Nicaragua no quedó exenta a estas corrientes: la primera generación de vanguardistas, en la que destacan José Coronel Urtecho y Pablo Antonio Cuadra, tenía como principal objetivo la creación de una literatura de carácter nacionalista en oposición al “afrancesamiento” del que se acusaba constantemente al capitán del navío modernista, Rubén Darío, principal antecedente literario de la nación. Es justo señalar, no obstante, que en Darío ya había una tentativa de exaltación nacional en el poema “Retorno”, del libro Poema del otoño y otros poemas: “Mis ilusiones, y mis deseos, y mis / esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña. / Y León es hoy a mí como Roma o París” (Darío, 1989: 471). Ernesto Cardenal (1986) plantea que “(e)l cosmopolitismo de Darío es una característica nacional, y Darío fue más nicaragüense precisamente en eso en que menos lo parece” (p. 19). La etapa inicial de la revolución armada liderada por Augusto Calderón Sandino en contra de la intervención militar estadounidense será el segundo elemento ideológico crucial para los vanguardistas; Bellini destaca (2010) que:

La orientación dentro del ámbito de la vanguardia nicaragüense era totalmente nueva dentro del ámbito de la vanguardia internacional y de la hispanoamericana en particular: surgía como rescate de la autenticidad del espíritu nacional […] la creación artística se realiza “en un ambiente nacional y por consecuencia umbilicalmente personal”. (p. 6)

Por su parte, Joaquín Pasos opta por alejarse del indigenismo o cualquier exaltación de los nativos mesoamericanos, ya que por factores históricos, biológicos, culturales y políticos resulta imposible pensar en las culturas prehispánicas como arquetipo del nicaragüense. En vez de romantizar el pasado, Pasos se inclina por la creación de un indio totalmente nuevo, a como lo señala el crítico literario Erick Aguirre (2014): “Como consecuencia ciertos poemas de ‘Misterio Indio’ proponen a un ‘nuevo hombre’, el nicaragüense mestizo, prototípico, cuyo lado indio aparece irremediablemente desdibujado o disminuido” (p. 199). Efectivamente, los poemas “Villancico Indio”, “Corrido de la corrida” e “India caída en el mercado” plantean características que encajan con el mestizo poscolonial y no con el antepasado indígena precolombino.

En “Villancico Indio” la característica más notable es que toma la forma popular del villancico, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media y puede considerarse como un antecedente primitivo de la crónica reportera, ya que solía informar lo que acontecía en uno u otro pueblo. Pasos se apropia de lo mítico religioso y de lo popular para crear el corpus del poema basado en la secularización, por ejemplo:

Un indio nuevo ha nacido,

Un indio nacido hoy;

Hoy mismo, a la media noche,

El indio nuevo nació

(Pasos: 1986; 107)

El nuevo indio es el mestizo, nacido exactamente a la medianoche igual que Jesucristo según el mito bíblico. La medianoche es inicio y fin, por tanto puede considerarse como una analogía sobre el fin de un periodo y el inicio de uno nuevo con el descubrimiento de América. A partir de esta nueva etapa, Pasos empezará a desarrollar a su mestizo en “Misterio Indio”. Además, señala el contraste de estratos sociales, tan presente en el camino de los mestizos desde su aparición:

¿Quién es el indio? Preguntan

Las señoras del balcón.

Un indio nuevo señoras,

Un indio que nació hoy.

¿Dónde está el indio? Preguntan

Las niñas de la mansión

Está en la caballeriza

Ahí está el indio pelón.

(Pasos: 1986; 107)

El destierro del mestizo durante la época colonial le llevó a buscar distintas maneras de sustento, Peláez (1982) coincide en este señalamiento alegando que los mestizos “(e)ran trabajadores libres que tenían que encontrar un trabajo útil a la sociedad y remunerado por ella”; aunque Pasos plantea su indio mestizo sin rechazar las dos herencias culturales:

Es un español todo indio,

Un indio todo español

En “Villancico Indio” en un primer momento se expone al mestizo nicaragüense como un ser intrépido capaz de realizar muchas proezas, pero al mismo tiempo no descarta la fastuosidad heredada por castellanos, afirmando así el mestizaje cultural en las estrofas nueve y once del poema:

¿Por qué en la caballeriza?

¿Por qué no está en la mansión?

Porque es un indio que monta

A caballo, digo yo.

***

¿Por qué está desnudo el indio?

¿No le han comprado algodón?

Las telas que este indio viste

Son muy caras, digo yo.

A esta suerte de dualidad podría agregarse la interrogante que expone Pablo Antonio Cuadra (1993) en su ensayo “La dualidad del nicaragüense”: ¿Sería el nicaragüense un hombre dividido por la duda? ¿Un indeciso? Porque en el “du” de la duda reside el mismo dos de la dualidad.

Posteriormente en el poema “Corrido de la Corrida” se realiza una descripción acerca de las distintas actividades económicas desarrolladas por el sector mestizo; es necesario señalar que la “Corrida” es una tradición heredada por los españoles y según alega el documentalista Wilmor López, citado en el diario La Prensa (2011): “Aquí vino la costumbre con los conquistadores, pero documentos antiguos, ubican la tradición en Roma”.

En el pacífico de Nicaragua la corrida tiene lugar durante las celebraciones patronales en honor a Santo Domingo, realizadas entre el primero y diez de agosto; las corridas también son habituales en departamentos como Chontales y Granada; este evento congrega a gran cantidad de personas de diversos oficios en un jolgorio popular. Pasos señala esta algarabía en la siguiente estrofa:

Deja la fruta la frutera,

deja el atole la atolera,

deja la niña la niñera,

todas corren a la barrera

(Pasos: 1986; 114)

Pasos escoge este pintoresco escenario para realizar una caricaturización de su mestizo, al que define como “llanero, borracho, cantor, torero”, adjetivos que además de deformar cualquier idealización dan un golpe de gracia a cualquier interpretación indigenista y se aproxima al mestizo poscolonial, caracterizado como indisciplinado y generalmente fiestero. A pesar del humor que caracteriza la poesía de Pasos, en el último poema escogido para este estudio, “India caída en el mercado”, hay una retribución al papel crucial que la mujer juega dentro de la sociedad nicaragüense y compensa la actitud poco juiciosa ya señalada en el poema anterior:

Pobre india doblada por el ataque

Todo su cuerpo flaco ha quedado quieto

Todo su cuerpo sufrido está pequeño, pequeño

Todo su cuerpo tronchado es un pajarito muerto

(Pasos, 1986: 114)

La comparación con el “pájaro libre, pájaro suelto” alude a la fragilidad y belleza de la mujer que ha dejado el plano físico para ascender a uno metafísico. Nótese la connotación religiosa en el poema, particularidad que no es de extrañar en Pasos debido a su influencia religiosa, que a su vez es un elemento característico en la cultura nicaragüense. Esta mujer extinguida encarna el esfuerzo y el sacrificio vigentes en la sociedad nicaragüense, sin embargo, la “caída” de esta mujer también sugiere una crisis de valores humanos:

Los lustradores esperaban

obscenidades al levantar la falda

pero ella tiene una desnudez muy médica.

Tan cerca de la muerte y tan lejana,

Su vida vale mucho, vale nada

(Pasos, 1986: 114)

Finalmente hay una exhortación al morbo, al que contrapone de la siguiente manera: “Abran, abran / todas las gentes malas sus entrañas / y no encontrarán nada”.

En conclusión, los aportes de la vanguardia literaria nicaragüense en la tentativa de definir la identidad nacional alcanzan un clímax en la obra de Joaquín Pasos, quien se apropia del mestizaje cultural producto del biológico para formar a su mestizo nicaragüense; de manera muy pintoresca y humorística, lo expone como un ser carente de rasgos heroicos o dramáticos. Contrario a esto, el mestizo nicaragüense de Pasos se mofa de las adversidades y se abre paso ante estas sin prestar demasiada atención a preocupaciones existenciales. Es un ser que se adapta a los cambios porque saca provecho de sus dos antepasados y sin embargo siempre encuentra la manera de escapar al peso de ambas herencias. Joaquín Pasos nos presenta un arquetipo que se ha formado en un medio popular, contextualizado originalmente en época poscolonial, sin embargo, mantiene total vigencia. A propósito, Zepeda-Henríquez (1995) señala: “de aquí que su poesía sea realmente nicaragüense y no indigenista; creación vital y nunca recreación arqueológica”.


 


 

Bibliografía

Solís, P. X. (2001). El movimiento de vanguardia en Nicaragua. Managua: Fundación Vida.
Aguirre, E. (2014). Misterio Indio de Joaquín Pasos. Lengua. Volumen no 38. pp. 194-201.
Quiroz, R. S., & Arias, D. D. (2017) Recuperado de http//:www.flacso.org.cr
Serpa, N. P. (julio de 2010). Análisis teórico de la noción de memoria cultural y su importancia para las identidades actuales. Recuperado de http// :www.eumed.net/rev/cccss/09/nps.htm
Wade, P. (2003). Repensando el mestizaje. Revista Colombiana de Antropología, 273-296.
Bellini, G. (2012). Notas sobre la evolución de las vanguardias en Nicaragua. Recuperado de http//:www.bibliotecauniversal.com
Pasos, J. (1986). Poemas de un joven. Managua. Editorial Nueva Nicaragua.
Darío, R. (1989). Rubén Darío: Poesía. Managua. Editorial Nueva Nicaragua.